V i v o p o r q u e e x i s t e l a m ú s i c a, s e n c i l l a m e n t e.

So che capirete. Io vivo per la musica.

8.1.12

Jugando al gallito ciego...

Las crónicas de la capelina: Irene y Anastacia. 


Irene era una chica sensible. Cada noche su mamá la escuchaba llorar antes de irse a la cama porque su muñeca Anastacia ya no le soreía como cuando era más niña. ¡Allá habían quedado las tardes que se pasaban alterándole los nervios a su mamá y poniéndose re negras bajo el sol mientras jugaban a tomar el te en el patio de la casa, o con la abuela René que les preparaba escones mientras tanto. Pero hacía unos meses que había dejado de ver en Anastacia la alegría traviesa que siempre le había conocido. cuando le hablaba ya ni le contestaba, ¡parecía que tenía un caramelo atravesado en la garganta! 
Ahora sólo la miraba con ojos grandes, ¿preocupados?, casi de reproche mientras Irene trataba de sacarle aunque sea por señas, por alguna expresión de la cara, un indicio de qué le pasaba.
Ya lo había intentado todo. Le había cambiado la ropa, ofrecido algo para comer, la había bañado como había sugerido la mamá por si tenía fiebre, ¡hasta le había  soltado las trenzas por si estaban muy ajustadas y le tiraban! como cuando a ella se las hacía la tía Norma... Pero nada, casi parecía que cuanto más tiempo pasaba Irene tratando de adivinar, más indiferente y seria se volvía Anastacia. 


Lo último que se le ocurrió a Irene, se le ocurrió escuchando a su vecina, Carmela, que tenía 16, hablando con una de sus amigas que tenía el pelo doradísimo, casi com oel de la mamá.

- ¡Aish, no la banco más! ¿Qué le cuesta dejarme vivir feliz un rato? Como si ella no se tiñera... ¡JÁ, JÁ Y MIL VECES JÁ! Te lo digo que lo hace porque e quiere cagar la vida, como si le fuera a molestar taaaaaaaaaaanto que yo me aclare el pelo. ¿Tanto le moleta que me puedan ver los chicos? Si ella no tiene con quién contentarse no es asunto mío, son puros celo...

Por ahí Anastacia tenía el mismo problema, aunque nunca la había visto demasiado preocupada por ningún chico del jardín las pocas veces que Irene la había llevado, con miedo de que las otras se la rompieran. De todas manerasd, si hab{ia algo queIrene no toleraba era tener que quedarse sin intentar nada, así que sin previo aviso para la muñeca, fue a ver a la mamá y le pidió algo de plata.



- ¿Para qué?
- Tengo que comprar algo en el almacén de Susana...
- ¿Y cuánta querés?

-Y... Bastante, pasa que es algo caro... Ya vas a ver.


Con el billete en mano, corrió al baño de su mamá y buscó la cajita de cartón que se llevaba siempre cuando decía que se iba a teñir a la peluquería de Roalinda, y se aprendió de memoria lo  que decía.

Cuando llegó al almacén, pasó de largo el saludo de la cajera, Susana, y salió pitando para el fondo, rogando que el objeto "prohibido" que iba a comprar estuviera medio escondido, en una de las góndolas que no se veían desde la puerta.
Al final, con bastante miedo, agarró la cajita cuya foto le gustó más y se la acercó a Susana apra que le cobre. 



-¡Hola Ire! Antes no me escuhcaste ¿No? ¿Tu mami te mandó a comprarle tintura? ¿Estás segura de que queire esta? Me parece que su oclor es más claro...
-No, quire esta. - Le respondió con los labios apretados y extendiéndole bien largo y firme el brazo con la palta.

- Este billete es de 10 linda, sale 35... Pero no te preocupes, ya después le pido a tu mami.

Como no se le ocurrió mejor solución que esa al momento, Irene soltó el billete, agarró la cajita y se fue.

En su cuarto de vuelta, siguió el instructivo lo mejor que pudo sin prestarle mucha atención y al rato Anastacia estaba cubierta de crema clara con un olor que para Irene fue bastante feo. Consideró ponerle un broche en la anriz a Anastacia, pero si se lo ponía mal por ahí se enojaba más la muñeca. 



Al final la muñeca quedó más rubia... Aunque desparejo. Pero lejos de alegrarse, ahora ya ni la miraba. Lospárpados de Anastacia se cerraron para Irene como cortinas de hierro. Lo curioso es que la mamá nunca decía notar ninguna diferencia en la munequita. Hasta le había sugerido a Irene que jugara con ella como si nada,   e Irene había tratado, pero al final había terminado siendo peor.

A fin de cuentas, Irene se rindió y dejó a anastacia arriba de un estante indefinidamente...



Unos meses más tarde, la mamá se encargó de sacarla del estante lleno de polvo y reemplazarlas con otra muñeca nueva, rubia, con grandes ojos azules bordados en fibra plástica... 




Lo curioso es que esto me lo inspiró el no saber cómo alegrar a Tady, y me duele el no saber qué puede hacerle mejor, qué no (Aunque bien sé que puedo averiguarlo, y de última romperme la espalda tratando de ponerlo cómodo en cualquier aspecto en el que sepa que no peudo fallar.) , y mientras lo escribía terminé pensando en temas desde lo tormentoso que puede ser crecer si no se lo sabe "manejar" hasta la 2da guerra mundial...

Whatever. Descubrí que al final me gusta bastante Rosana, si te ponés a escuchar sus letras tienen algo de lo genial cono lo que identificaría, por ejemplo, a las de Jorge Drexler... 



La muñeca que me hubiese gustado tener de chica... 

P.D: Viendo cómo quedaba la entrada me di cuenta de que me zarpé en largo... Repito: Whatever, si alguien lo lee, mejor, si no, lo digo devuelta, whatever.

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