V i v o p o r q u e e x i s t e l a m ú s i c a, s e n c i l l a m e n t e.

So che capirete. Io vivo per la musica.

28.11.10

Soy incapaz de escribir cualquier otra cosa.

Bueno, les voy a poner una pequeña "fábula", ¿les va?
Igual la escribo.
P.D: Ojalá entiendan bien el final. Gracias por leer.
-Lau

Lili era una persona a la que, como a la mayoría, le gustaba ser feliz, mucho. Si bien no se podía negar que era muy fácilmente influenciable, había alguna que otra creencia en ella fuertísimamente arraigada, porque las respaldaba un sentimiento, y el que la vida se basaba en buscar la felicidad propia y ajena era una de ellas, si no la más importante. 
Si bien no era un ejemplo de persona con todas las letras, trataba siempre que podía de actuar a favor de esta creencia. 
Su obstáculo mayor, estaba en el mismo lugar donde estaba el origen de la creencia, en su corazón frenético. 
La cuestió era que Lili era altamente hipersensible. 
Tenía ratos de felicidad en los que era "un cascabel". Le podías pedir lo que quisieras, decir lo que quisieras, y lo iba a tomar bien, iba a poner lo mejor de si misma y dar hasta l oque no tenía con tal de ayudar. Sus sonrisa se instalaba si no siempre en su rostro, al menos en su espíritu y su corazón, que palpitaba con toda la energía del mundo. En momentos así le demostraba al mundo lo mucho que lo amaba constantemente, cantaba a todo pulmón, quería bailar donde fuese... Vivía con pasión, y sobre todo quienes más la conocían notaban que se encontraba en un lapso de felicidad pura y resplandeciente con seguridad. 
Lementablemente, en correspondencia a estos momentos de felicidad había lapsos de una melancolía igual de intensa pero peor si pensamos en que le hacían sentir que su alma ardía en llamas y se consumía como si la desintegrara el ácido. Y ahí salía lo peor de ella: El egoísmo por pretender que los demás le ayudaran a salir de ese pozo que ella misma de alguna manera se había cavado, el egocentrismo que la hacía pensar en algún momento que era más víctima del mundo que todos los demás, la falta de ganas de vivir hasta que alguien mágicamente quisiera notar su estado decadente y autocompadeciente e intentara por todos los medios ayudarla, (en estos momentos empezaba a intentar menos todo, a tomar lo que la vida le traía sin ganas, a quejarse, a encontrar excusas mucho más fácilmente...), las dudas y el conllevado enojo hacia todo lo que jamás le habían dicho y hacia todos los que ahora supuestamente la querían, la sensación de soledad, de abandono, etc. 
Y cada tanto, las tan familiares lágrimas y las peleas con todo el que se le acercara con actitud demandante hasta que algún enviado para abrazarla por Dios, siempre clemente de quienes la tuvieran que sufrir.
Otra característica "interesante" de estos cambios radicales en su ánimo que tantos dolores de cabeza podían traerles tanto a ella como a quienes se los terminaran bancando, era su falta de lógica a la hora de aparecer. no era sólo una mala noticia, porque en sus momentos felices le habían dado muchas noticias trágicas, y las había tomado perfectamente, sin perder ni uno sólo de los rayos de sol que la alumbraban, mientras que otras veces , bajo circunstancias iguales o incluso menores había parecido que alguien soltaba nubes de tormenta sobre ella. 
Hasta que un día, Lili, algo cansada de este asunto y pensando en ello por vez número 100000 llegó a una conclusión que hasta a ella le sonó tonta, pero sin embargo tenía mucho sentido, si se analizaba el caso: A cada momento de felicidad corresponde uno de tristeza, así como en el Ying y el Yang blanco y negro están perfectamente balanceados. Pero también así como en el símbolo lo bueno es lo blanco (color que provoca sensación de amplitud, mientras que el negro contrae) hay que darle mayor importancia a lo feliz.  
Y así siguió su vida. Sus ataques continuaron sucediendo, pero al menos tenía una manera de esperárselos. Por su parte, puso tanta fuerza de voluntad como obtuvo en tratar de mostrarse menos molesta, zumbante y demandante frente a todos en lso momentos "oscuros". 
Así, hasta que se cruzó con María, quien demostraba poseer una suerte y felicidad sin límites. 
Cierta vez hablaron sobre el asunto, por uno se esos giros oportunos o no tanto del destino, y la explicación que recibió fue: "Claro que tengo suerte, siempre supe que la felicidad trae más felicidad, no hay por qué equilibrar, osea, no tengo por qué no tener suerte"


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