Se baña, desenredando y masajeando la melena hace poco enquilombada con esmero, como tratando de preparar cada pequeña cosa para que esté en la posición perfecta cdo. cierto momento llegue.
Tras secarlo, elige su par de shorts favoritos. Rojos, del mismo color que tienen los dibujos de corazones hechos con toda la dulzura propia del enamorado perdido, o las cajas de los bombones que tanto le gustan.
Se prueba mil y una combinaciones para ese par -reservado a ocaciones especiales- mientras toma algunos mates de desayuno, tan sólo para despertarla del todo y dejarla ver bien como se arregla mientras un calorcito aparte del que ya evolvía su corazón la hace sentir "en casa".
Finalmente se decide. Una opción simple, pero con encanto. Su atuendo es cómodo, pero está preparado con ganas, con amor.
Después del mínimo y necesario maquillage, sus dientes blancos comienzan a morder delicada, pícaramente esa cirela, que los tiñe con su color sanguíneo, pasional. Sus labios la tratan con atención especial, casi acariciándola.
Y llega la hora.
Canturreando, toma la cartera y sale, feliz a encontrarse con él que la va a buscar.
¿Qué hice en el día de San Valentín o rapidín? Acompañar a mi abuela y mi viejo al centro del diagnóstico y después acompañarla a ella hasta la tarde, asegurarme de que coma bien... Compré algunas cosas y me puse a preparar regalos de cumpleaños.
Y me parece bien.
La pasé bien, me sentí bien y no hubiera preferido estar en ninguna otra parte. Es decir, no tengo a nadie a quien hubiese querido ver especialmente, así que ¿qué más da? Por el momento, estoy "satisfecha", ya me la buscaré la próxima que quiera algo.
Y si les digo que quiero festejar el día con la vida, ¿qué tiene de malo? Estoy enamorada de la vida, y soy feliz.
¿Qué mas da?
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