Una es hermosa, pero juega con velos de fuego; a veces me quema y ensima hace que me olvide de su belleza. Así, me inunda de dudas que luego me hacen sentir peor.
Otra cambia de forma: A veces es una preciosa flor celestial y otras, un agujero negro que chupa mi luz. No la entiendo, me marea y consume...
La tercera es la más delicada, y está rota. En su centro una catarata deja caer sus lágrimas, ahogándonos a ambas.
Sin embargo, las amo:
La primera simplemente me hipnotiza, y puede manejar mi ánimo como le antoje. Siempre quiere hacer lo mejor, le salga o no, por lo que aunque pueda equivocarse mucho, también hay miles de veces en las que me salva del abismo interminable que es la nada misma. Equivocándose, me hace entender todo lo que no debo hacer, y me ayuda muchísimo. A la vez, sabe perdonar todos y cada uno de mis herrores.
La segunda es, para mi, terreno salvaje e indefinido y presenta, por lo tanto, la atracción de lo desconocido. Al mismo tiempo, cuando se transforma en flor, es el espectáculo mas agradable que ninguna criatura jamás haya apreciado, y cuando es un agujero negro, sólo yo lo noto, porque lo disimula perfectamente. Sean cuales sean sus intenciones, el resultado final siempre es favorable, y eso es todo lo que importa.
Ella, en pocas palabras, me hace vivir el ahora.
La tercera... La tercera es un diamante. Frágil, pero inigualable. Cada una de sus lágrimas vale la pena, es un elixir curador y trae la luz a cualquier corazón. Y si se rompe y llora, las mismas gotas salobres lavaran, aunque sea a veces violentamente, las heridas de ambas de una manera que roza la perfección.
Es un ángel, y una rosa. Tiene sus espinas, mas su aroma es el más precioso de todos.
Mis tres estrellas valen más que todo el resto del universo junto.
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Bueno, hace mucho se me ocurrió esto, hoy me acordé y lo hice. ¿Incoherencias? ¿Mala gramática/ortografía/puntuación? ¿Repeticiones? Hoy mismo no me importa porque me siento bien.
Con amor.
Yo.
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